Por eso hay que rezarle a los santos malandros y a ismaelito, los auténticos ativarnas representantes de la virilidad espiritual del hombre Pardo motorizado del tren de Aragua, que hace gala de su condicion de hombre diferenciado de espíritu diurnico-solar uranico convirtiéndose en su propio Dios a través de gestas trascendentes y suprahumana a través de una conexión ontológica con la divinidad que lo hace superar los límites del hombre-masa gregario subyugado a los límites de la tenue existencia material del Demiurgo . el Pardo cabalga el tigre simbólicamente en su moto trascendiendo la muerte de Dios inherente a la etapa disolutoria de la edad del hierro.
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