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No más montañas de cuerpos sobre mares de sangre, no más fantasmas, no más psicópatas, ni siquiera destrozos. Empiezo a sentirme tan tonto como aliviado al ver lo tranquilas que están las calles.
(¿Y qué creía que iba a encontrar, personas ahogadas en luz plateada?)
Shiori no sabe qué esperar cuando lleguemos con la Calamidad, y no parece querer o poder usar su visión aumentada para averiguar si hay más personas con ella. Solo nos queda seguir caminando, esperar lo mejor, y prepararnos para lo peor.
El peso de Matsuri en mi espalda se vuelve más pronunciado con cada paso que doy, y cada uno se me hace más difícil que el anterior. ¿No serían seis presencias con ella?
No, eso es una equivocación. No es el cuerpo de Matsuri el que se está haciendo más pesado, sino el mío.
No necesito que Shiori vea por nosotros, ya desde aquí puedo verla, puedo sentirla. Esa presencia. Es diez... no, cien veces más abrumadora que la de Shiori cuando fue poseída. Como un fuego abrasador, me roba el oxígeno solo por estar cerca de ella. Un abismo de oscuridad infinita se abre frente a mi, un paso en falso es todo lo que hace falta para perderme para siempre en él, y mis pasos son muy inseguros, ahora más que nunca.
Lo que tengo en frente es peligro, es muerte, perdición, dolor, tortura, catástrofe, todos mis peores miedos en forma física. Cada fibra de mi ser me grita que debo alejarme, pero mis músculos no responden a los gritos, están más listos para caer que para correr en cualquier dirección.
Lo frío que está mi cuerpo hace que me pregunte si no estaré muerto ya, y lo que tengo frente a mí no será mi primera visión del infierno. Tengo hielo corriendo por mis venas y deslizándose por mi espina dorsal, y aún con todo eso mi cuerpo no tiembla.
(¿Estás tan asustado que prefieres quedarte inmóvil para no llamar atención? ¿Cuál táctica de supervivencia piensas usar entonces? Decídete. No es un dinosaurio lo que tienes en frente.)
Es algo mucho más antiguo. Es aquello de lo que mis antepasados se escondían cuando se adentraban en sus cuevas, es lo que llevó a sus antepasados a abandonar las profundidades del océano. Más antiguo que el pensamiento mismo, que la razón. Es lo que mueve a todo ser vivo desde su concepción.
Más que algo a lo que hay que temer, esa cosa es el miedo mismo en carne viva. No es solo una amenaza o el estímulo que activa ese instinto de supervivencia que nos impulsa a alejarnos del peligro, en esta forma es mucho más. Mucho más real, mucho más palpable, mucho más directo.
Ya no tengo dudas de por qué sentía que no podríamos llevarnos bien por naturaleza. Es por naturaleza el enemigo de la humanidad y de la vida. Algo como esto no debe existir. Su sola existencia es un peligro para nosotros. Pero yo no tengo ni el derecho ni el poder para cambiar algo de eso, ni siquiera tengo el poder para mover mi propio cuerpo.