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> Madame Bobary
"¿Y que tal tu aspirante?" Pregunta el diablo desde su sillón. Juega con un bolígrafo entre sus dedos y mantiene sus ojos de diamante en la mujer alta. 

"Un varón apuesto y lleno de vitalidad. Demasiado piadoso con el ganado para mi gusto... Pero lamentablemente la crueldad no siempre es innata sino algo que se cultiva con los años, necesita tiempo. De seguro sacó esa misericordia de su padre, nada como eso vendría de nosotros"

"Tranquila, nunca he escuchado de una manzana sana que cure a las podridas. Todo estará bien"

Las palabras de Demiurge tuvieron la intención de calmar a la madame, quien tiene la cabeza llena de preocupaciones sobre su hijo Jacket que acaba de llegar al Santuario.

"Y creo que quiere hacer el amor conmigo..." La madame suspira y le da un sorbo a su taza de sangre de doncella.

"Ah" Demiurge arquea una ceja. "¿Y qué pasó?"

"Nada, pero las intenciones estaban allí. Espero que sea un arrebato de lujuria espontaneo y nada más profundo. Sabes lo que pienso de esas cosas, un chico debería estar con alguien de su misma edad, una chica capaz de seguirle el ritmo a sus juegos y pasiones... Ya estoy demasiado mayor para torrentosos romances, Demiurge, y mi gusto por lo prohibido no me ciega. Tengo demasiadas responsabilidades"

"En ese caso me vas a odiar, porque hay otra responsabilidad que debo presentarte"

El guardián de la casa de Leo expone la existencia de Yukihime, como la encontró, qué hace y donde está. La madame enfila con prisas hacia allí para reencontrarse con su hija, una de tantas. Va corriendo por la ciudad del crepúsculo con una impresionante rapidez más aun considerando su tamaño. Ya en el bloque de apartamentos japones donde vive la pelinegro, acelera el paso hasta llegar al piso donde vive Yukihime. La joven abre la puerta en el momento justo que Bobary se golpea la frente contra la parte del marco.

"Ouch..." Cae a gatas sobre el suelo. Aun estando sobre sus cuatro extremidades, su volumen supera en altura a Yukihime.