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A escasos minutos de la media noche, el gran mago entra a la que Antaño fue una de sus tabernas favoritas.
Se sienta en una mesa aparentemente vacía, y a pesar de su avanzada edad, pide una cerveza.
No obstante, con la llegada del brebaje, también surgen las molestias.
Con el paso del tiempo, un grupo de aventureros se va a uniendo a la mesa. Todos ellos parecen haber sido contratados por el mismo hombre que lo saco de su apacible retiro en las montañas de Eaukur, con la promesa de infinidad de riquezas.