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>>/2313/ > Madame Bobary "Oh... No es que vayan por su lado, es que no te conocen, tesoro. También tienes que preguntarte, ¿permites la oportunidad de conocerte?" Recuesta el peso en la espalda de la silla y cruza las piernas. "Para la mayoría solo eres una jovencita distante y arisca que vive en la casa de Demiurge. ¿Cómo van a sospechar por inercia que en el fondo eres un mar de encanto?" Levanta una mano y la sacude una vez negando que todos le resulten pequeños. "Es un asunto que va más allá de la estatura... Por ejemplo jamás podría ver a Demi como un niño, y convengamos que él no está cerca de ser el más alto en la familia" La madame suelta una risa al escuchar las palabras de Yukihime sobre cómo se trata lo bueno y lo malo en el Santuario. "¡Que comparación tan humana! Pero no, en absoluto. Es solo que poseemos una perspectiva diferente sobre las cosas. Si vivieses el mundo a través de los ojos de una gallina o una vaca, los humanos para ti serían el mal encarnado, o tal vez una fuerza indetenible que por un momento te cuida y al siguiente decide cuando mueres. Con nosotros pasa algo más o menos parecido..." Niega con la cabeza frente la pregunta sobre si organiza el evento. "De eso se encarga Albedo. Oh, lo del vestido no es obligatorio... Pero a todas las mujeres nos gusta vernos guapas" Se levanta y anda alrededor de la mesa contoneando sus amplias caderas. "Hermosas, provocativas, sexys~ Un imán de miradas, bebé. Si alguna odiosa te acusa de tener el trasero demasiado grande, ¡está celosa de tu magnificencia!" Las palabras de Yukihime hacen mella en el buen humor de la madame. "¿Materialización...? Oh, por el Dios Padre, no hagas comida con esas técnicas raras o podrías envenenar a alguien. Prueba con tu Terror, todo Von Karma maneja uno, y obliga a la realidad a tener delante lo que te apetece" Yukihime evita que la madame la toque. "Oh..." La mujer alta retrae su mano, luce algo herida. "Esta bien... No te tocaré más nunca" Respira hondo, suelta un suspiro y vuelve a su asiento. Guardia un incomodo silencio que se extiende durante un rato largo. Por suerte el sonido de patas de metal chocando contra el suelo y luego las puertas abriéndose, quiebra la incomoda quietud. Una tetera gigante con un ojo rojo en un costado se abre paso hasta la mesa, le siguen tacitas de té del tamaño de tazones de sopa, que escalan la tetera con sus patitas y saltan a la mesa. La tetera sirve sangre aun caliente y fresca en la taza de la madame. "A ella dale un té de anís estrellado" La tetera obedece y le sirve a Yukihime. Bobary da un sorbo a su sangre de doncella 100% virgen, como le gusta. "Sabes un poco raro..." Murmura, y piensa que quizás se le coló algo en la taza. Se inclina hacia Yukihime. "¿Se me pegó algo en los dientes?" Le sonríe con unos dientes perfectos. Es entonces que la tapa de la tetera se agita, y del interior de esta sale una chica muy menuda que la madame reconoce. "¡Helen!" Exclama con sorpresa. Se pone de pie y deja las manos en las caderas en una pose de regaño. "¿Qué te dije de meterte donde se hace el té? Ven para acá" Helen: ... Saca a la muchacha de la tetera.