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< La Guerra de Castas
Exóticos animales, un comité de bienvenida, y mucha pleitesía es lo que recibe a los nobles en el momento que bajan de las naves y ponen sus principescas suelas en ese jardín palaciego. Aquel que lidera el comité es un joven de impecables modales que se presenta como Devdan Nahasapeemapetilon, de la casta de los mini-mercados o algo así, también resulta lleva el papel de un general.

Quimera: Ah, hola, muy buenos días.

Mientras los mayores hablan, Quimera se acerca a la panda de fenómenos desnutridos y les saluda con el mejor animo del mundo.

Quimera: ¿Muy buen suelo el que tienen acá, no? Quisiera saber una cosita, y como están cubiertos de tierra imagino que son jardineros igual que yo... ¿Se pueden plantar girasoles en este país? De donde vengo significan felicidad, vitalidad y mucha energía positiva. Pensé en poner unos cuantos para darnos suerte en la campaña. Oh, solo si no es mucha molestia. Jamás plantaría una flor en el jardín de otro sin permiso, sería grosero.

Devdan le echa una mirada de desconfianza Marceline. La banquera se da cuenta, y hace contacto visual con el general. 

Marceline: ¿Tienes algún problema?

La banquera no alza el tono ni se muestra a la defensiva, pero si quiere saber por qué ese la anda viendo tanto. Captaría al instante si tuviera intenciones pecaminosas, pero ese no fue el caso, así que la razón es algo más.

Luccas pasa junto a Orka, y con su simple actitud toma la batuta de la conversación.

Luccas: Dejando de lado el asunto de los pigmentos y los intereses de cama del caballero Orka, es hora de señalar lo obvio y es que el tiempo apremia, en especial si su señora quiere formar parte en la retoma de este país.

Es sutil, pero la forma en que desplaza la conversación y sigue adelante con la platica importante, es una señal de que entre los nobles de allí posee un papel en cierta forma más cercana a los Lord y por eso mismo de mayor influencia. La noble también asiente y cede sin más en el tema de que los revisen, protocolo algo superfluo considerando que tienen una flota volando sobre el palacio y si quisieran matarlos simplemente habrían disparado hasta convertir todo en ceniza. Pero si algo posee Luccas que muchos otros no, es una fuerte empatía, y sabe que Devdan siendo un general tiene una serie de pautas que respetar y una autoridad que hacer valor al momento de proteger a la gordita que lo gobierna.

Lady Jay: ¿Nos escuchan un momento?

La mercenaria habla con un tono lo bastante alto para que todos los presentes vuelvan la mirada donde ellas.

Lady Jay: Mi nombre es Jay, y esta encantadora mujer a mi lado es Dee.

Lady Dee: Es un placer estar en la India de nuevo.

Lady Jay: Al igual que la señorita Marceline, de nobles tenemos poco, o al menos yo no tengo mucho. El Banco de acero nos contrató para proteger a su ama a cualquier costo, joven Devdan. Y eso haremos a partir de este instante hasta que termine el contrato dentro de 2 años... Primero señalando lo inutil que es buscar armas en cualquiera de ellos cuando la mayoría son armas por sí solos.

Los ojos de la mujer pasean por los presentes, pasan por Marceline, cruzan por Claus, y terminan en Quimera unos segundos antes de volver con el tuerto.

Lady Jay: Igual puede revisarnos cuantas veces guste si le hace sentir más tranquilo, pero en este momento creo que lo mejor sería aceptar la buena voluntad y confiar. En caso que no quiera dar ese salto fe, recomendamos que deje a los nobles Claus y Quimera fuera del palacio. También a la señorita Marceline.

Marceline: Uy, ¿no puedes darme un pase libre a mi al menos?

Lady Dee: Cuando trabajamos no damos pases libres. Tenemos que pensar en la seguridad de nuestra clienta.

La rubia le guiña un ojo.

Lady Lady son mercenarias reconocidas por el Gremio de aventureros fundado por la familia Montana. Se puede consultar en Internet sus impecables antecedentes y las opiniones positivas de quienes las contratan.