fe.settings:getUserBoardSettings - non array given[Hisrol] - Endchan Magrathea
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https://youtube.com/watch?v=ZhcLmWHlD_g

Apacible despertar. El abrazo de la luz entumeciendo sus párpados adormecidos fue el primer obsequio recibido por la monotonía cotidiana para esta jornada, y no podía ser mejor. Ver la luz era un presagio gratificante; un augurio de seguridad y bienestar: la recompensa por haber concluido una noche, por haber regresado a casa "sano y salvo"; significaba que, la noche ya había acabado: la reluciente medalla que recibía diariamente por no haber caído en deber. A su vez, traía seguridad, pues. La franca creencia que asocia el pasar de la luz diurna con el amparo ciudadano frente a un crimen aún durmiente solazaba los corazones colectivos -incluyéndose- con caprichosa eficacia. Un gran lujo que no podía permitirse; una espina en su vida diaria. Quehaceres diarios prosiguieron antes de pasar a su día: higiene, apresurada vestimenta y austero desayuno.

Un sentimiento hogareño y familiar arrulló el momento: una ausencia, un gran silencio. El refulgente sol del mediodía sin su autóctono ajetreo. El sol llegaba a su pico acompañado, paradójicamente, del silencio nocturno, un fenómeno em su mente, par a una lluvia soleada. Escudriñó con recelo formando una entreabertura corriendo su cortina, topándose con la placentera sorpresa de la soledad, correspondida al vasto silencio. Una mezcla de dulzura y melancolía se adueñaron de sí. Con sólo su smartphone, emprendió este encuentro a solas con su mayor conocida: la ciudad.

...

Resultaba ser, un encuentro íntimo entre sus rincones mejor consabidos. Una cita a solas entre él y la ciudad, con la intimidad del silencio y la privacidad de las ausencias. Nunca se detuvo a pensar un por qué. Su mente, relajada. Su cuerpo, libre. Caminaba a pasos largos, oyendo sus propias pisadas, rítmicamente coordinadas mientras apreciaba este tan exótico y desconocido paisaje; años habían pasado desde la posibilidad de darse tal deleite: por normal que sonase, la miseria de unos, es el tesoro de otros. Fotografió el cielo primero, segundo, se sentó en una esquina al momento de tomarse un descanso, haciendo su giro diario y jugando una breve sesión en uno de esos populares "gacha", que inexorable y vanamente incidían en cada hueco de su agenda. Un pensamiento ajeno cruza su mente cuál relámpago, perdiéndose al instante, pero, finalmente, resolviendo la totalidad del caso.

--Vaya acto de heroísmo... ¡Vaya acto de heroísmo! --celebró con soltura luego de no darse cuenta en un principio. 
--Llevarse al límite por la felicidad de tantos... El noble servicio involuntario de hacer posible este paseo, ofrendar sus vidas al azar por el bien común de una familia que los observa llena de adrenalina... Increíble, increíble... --Fujiyoshi observó una de las casas, mas siguió su camino de largo.

No se interesó por presenciar el festival; así daba sutilmente la espalda a las formalidades académicas y a la disciplina heroica. Rodeó la ciudad concentrado en su juego móvil, procurando alejarse de la UA por el día de la fecha, colocando su mente el más próximo futuro en un recóndito y oscuro plano de olvido.

Sabes bien que la competencia jugador-OP y las muertes prematuras son aburridas y que mejor prefieres narrar una bonita historia compartida conmigo como en los viejos tiempos en este tupido mundillo que se montaron. Veo a través de tus manierismos tsundere, OP.