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< Sonia: Martes 11 de enero, año 2590. 8:00 AM
La niña adolescente salió de su casa disparada como una bala de cañón de 40 kilos, entusiasmada con el prospecto de una nueva experiencia. Antes de eso le dio un abrazo a su madre y un beso a su padre, para que no se le pegara el hedor a camionero un día en el que sí se había bañado. Tan rápido hizo su escape que no reparó en las expresiones de preocupación de sus padres.
El trayecto hasta el autobús mágico fue corto y rápido, ya se sabía el camino de haberlo tomado ayer y su mente estaba muy ocupada con pensamientos más importantes como para concentrarse en la tediosa tarea de caminar, correr, sentarse y volar. Pensamientos más importantes como basura, cuanta podría conseguir, cuanta había todavía por conocer y los recuerdos del día anterior.
< Sonia: Lunes 10 de enero, año 2590. ¿8:00 AM?
Literalmente rebotaba en el asiento del bus por la emoción mientras veía por la ventana, la gravedad y velocidad del vehículo aéreo dándole un efecto divertido cada vez que saltaba. Las densas nubes que la rodeaban se abrieron como dos grandes cortinas mientras el autobús se abría paso para finalmente revelar la isla académica en todo su esplendor. Hermosos edificacios en perfecta condición se alzaban en una isla verde en medio del agua más clara y azul que la chica había visto en su vida. Dejó de rebotar para apreciar bien el escenario que se le presentaba.
— ¿¡Eeeehh!?
La chica cayó en su asiento con un chillido de confusión, mirando frenéticamente por toda la la isla. Sus esperanzas y sueños se esfumaron como cenizas en el viento, no era lo que esperaba o lo que quería. ¿Dónde estaba la basura? Todo el lugar estaba más limpio que cualquier cosa con la que se le pudiese ocurrir compararla, era lo más limpio que había visto nunca. Pero, entonces recordó algo que le decía su padre cada que le traía un nuevo regalo del trabajo y le preguntaba donde lo consiguió.
> La gente rica bota muchas cosas buenas.
Según entendía la gente rica vivía en lugares limpios como este, la gente rica botaba muchas cosas buenas como las que le regala su papá...
— Basura refinada...— susurró la niña con un brillo en los ojos sin revelar a sus compañeros de transporte el proceso mental que la llevó a decir lo que dice.
Al aterrizar un cíclope transparente les dió una larga charla bajo el sol hervidor. La persona real probablemente estaba en una mansión con aire acondicionado mientras su fantasma los retenía ahí sudando como cerdos en la parrilla. Sonia no prestó atención a lo que decía, entretenida con preguntas como dónde guardaban la basura, si este era uno de esos sitios donde es ilegal sacar cosas de la basura y si esa policia le dispararía por intentarlo. Su atención es atraída inmediatamente cuando escucha unas palabras que le hablan directo al alma salir de los labios del caballo alado.
> y la tiren a la basura.
— ¡Nunca! — dejó escapar un grito, ultrajada por la noción —. Yo no tiro basura, la recojo.
Pero si alguien la escuchó entre ese mar de gente no lo recuerda, por lo menos no recordaba que le hubiesen disparado.
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