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Ah, ya sé porqué te dicen turnos cortos. La verdad, no me quejo de eso, pero deberías guiar más y dar más explicaciones del mundo, lo que nos rodea y así, tampoco dejes a tus jugadores con incógnitas, el no saber las cosas hace que tengamos que inventar nosotros en TÚ mundo, es casi como jugar san andreas con los ojos cerrados. Además, cada cosa que el jugador diga o haga debe ser tomada en cuenta, podemos utilizar los agujeros que se dejan a nuestra conveniencia, como será el caso ahora.
> Abdul Jabbar
Jabbar esperó que el camión llegara a su destino para poder detonarlo. Seguía debajo del vehículo, oculto, sólo esperaba el momento preciso cuando las cosas empezaron a ir mal (como no especificaron nada, me lo invento). El camión fue alcanzado por un explosivo que lo hizo estallar antes de que se posicionara, viendo la escena debajo del auto, Jabbar usó el C4 para que la explosión fuera más intensa y salió del lugar en que se encontraba era una emboscada, sabían que irían, alguien iba a pagar por esto apenas lograra comunicarse con El Coronel. Salió debajo del vehículo y con señas le indicó a sus compañeros que atacaran. Jabbar sacó la SIG SAUER y buscó cobertura, desde allí podía ver el camión en llamas donde yacía el mexicano, le hizo un gesto de respeto musulman y pronunció unas palabras en un idioma árabe, luego habló en el idioma común —que Dios te guíe, guerrero—. Jabbar se preparó para lo siguiente, un enfrentamiento a tiros contra sus enemigos mientras sus aliados estaban desde los dos frentes, atrás y adelante con Jabbar casi en el medio.
En otro sitio, lejos de allí, El Coronel estaba viendo todo lo ocurrido. Usaba un avión espía desde el cielo que no necesitaba piloto, era tan imperceptible que no podías ni darte cuenta que estaba a sólo unos metros de ti si no fuera por el ruido y el viento que generaba al pasar a esas velocidades. Monitoreaba el asunto, como siempre lo hacía, desde la comodidad de un asiento y un trago en medio de una base militar o en un cuartel general, en este caso, la base se encontraba en un lugar no revelado al público, y mantenido en secreto por seguridad nacional.
—Les tendieron una trampa —dijo firmemente.
—¿Qué harán ahora, señor? —habló uno de los hombres encargados de pilotar el avión espía.
—Pues lo de siempre, dejar que el terrorista haga su trabajo. Luego, encontraremos al informante y le invitaremos unas copas.